Poco a poco nos vamos adentrando cada vez más en el mundo de los programas de traducción asistida. Aquella opinión algo desmerecida por mi parte sobre la utilidad real de “Déjà Vu” va cobrando algo de valor.
La infinidad de tareas
que permite junto con la posibilidad de importar terminologías de otras
memorias, así como la interacción de uso y resolución coherente de tareas
terminológicas supone, ciertamente, un gran a avance para el traductor. No
obstante, considero que los inicios en el uso de “Déjà Vu” no son nada fáciles
y el desarrollo de las destrezas y comprensión de los procedimientos por parte
de un usuario no familiarizado con este tipo de programas requieren su tiempo.
Un precioso tiempo cuya inversión, considero, habrá que valorar como de
positiva, solo y cuando realmente se sea capaz de llegar a un "nivel de excelencia”
en el uso del programa.
Cuestiones como ¿Qué
importar, cuándo, cómo, en qué formato? ¿Qué implica e incluye un proyecto
dentro de “Déjà Vu”? ¿Cuándo discernir entre Terminología, Lexicón, o Memoria?
¿Cómo y cuándo combinar distintas memorias de traducción para un proyecto de
forma que nuestro trabajo final sea lo más efectivo y eficaz posible?, suscitan
dudas que aunque todo traductor podría contestar grosso modo, han de estar muy claras en aquel que pretenda hacer de
“Déjà Vu” su herramienta de trabajo cotidiana. En efecto, creo que el mayor
problema a la hora de ver la utilidad real y el potencial de este programa se
basa en una carencia en la planificación y posiblemente comprensión adecuada de
cada uno de los procedimientos.
Marco Antonio Castán de Amo